Los sueños, para que puedan comenzar a realizarse deben ponerse en palabras, darse a conocer.

sábado, 29 de enero de 2011

Amor Imprevisto - Capítulo 8



C
uando desperté pude ver que estaba en un lugar realmente extraño para mí. Lo primero que me percaté era que estaba amarrado a una silla de lo mas incomoda y atado como un pavo de navidad. Lo siguiente que pude advertir era que no me encontraba en un lugar común. Tenía un par de opciones para definir donde esta, parecía una prisión o cámara de tortura, así que estando en Londres a) estaba en la Torre de Londres, b) en el sótano de algún castillo medieval, c) donde infiernos estaba? 

Mire a mí alrededor tratando de ubicarme, pensando cómo había llegado allí. Las paredes de mi alojamiento parecían de piedra. Sobre una de ellas se podían ver cadenas con grilletes atornillados. A mi derecha se podía ver una especie de banco, también atornillado pero al piso y en sus patas de veían grilletes también. En la otra pared se podrían observar colgados distintos tipos de látigos y otras cosas que no reconocía. Frente a mi podía ver una vieja puerta de madera que parecía fuerte, pesada y seguro era el camino a la libertad. A mi espalda se que estaba una ventana, no podía verla pero si oír el sonido del agua en el exterior, la lluvia aun no había terminado de caer, claro  que siendo Inglaterra nunca termina de llover.  

Decidido a escapar trate de soltar mis amarras, pero me di cuenta que mis muñecas estaba fijas con un par de esposas al respaldo del la silla. El resto de mi cuerpo se encontraba amarrado con una gruesa soga. Trate de removerme en la silla pensando que en movimiento haría desplazar el mueble o al caerse, tal vez se rompiera y yo podría escapar. Pero no, tal como el resto del mobiliario de la habitación parecía atornillado al piso.

Luego de gastar inútiles energías y ver que me era imposible soltarme opte por gritar. Si, puedo decir que grité, grité, como una mujer histérica, llamando a mis captores, a ese hombre rubio que me secuestró. Grité inútilmente, me desgarre la garganta llamando a alguien, cualquiera que me liberara. Aquí estaba yo, gritando como un pelotudo llamando para que me soltara y llorando por ser liberado, sinceramente lo mío era poco hombre. Lo que menos ofrecía era pinta de hombre duro, simplemente patético. 

En algún momento me convencí de lo inútil de mis esfuerzos, deje de luchar contra mis amarres, deje de gritar y me resigne a esperar que se dignaran a prestarme atención. Cavilé sobre mi situación, sobre lo vivido hasta el momento, la entrada de Russell a mi vida, la de sus hermanos también. Seguía confundido por mi forma de ser alrededor de ellos, por mi forma de sentir, tan distinto de cómo siempre fui. Reconocí en ese momento que todo en mi había cambiado de un modo extraño, tal vez volviéndome inseguro y débil pero aun así me sentía mucho más vivo que en el pasado, aunque ahora estuviera aterrado. No sabía porque me tenían allí, tal vez buscaran información sobre la compañía, tal vez quisieran cobrar alguna recompensa. Si era esto último realmente estaba muerto, yo no tenía dinero como para pagar mi rescate y menos aun alguien que lo pagara. Realmente me sentí muy solo. 

En algún momento durante la noche, cavilando sobre la soledad en mi vida y soñando con un mejor, debo haberme quedado dormido. Desperté nuevamente, aun atado a la silla, aun sintiéndome el pavo de navidad, con todo en cuerpo entumecido y con una situación que tenía muy poco cambio hasta el momento, seguía siendo una pesadilla. Despacio tatando de retrasar mi inevitable encuentro con la realidad abrí los ojos, descubrí en ese momento que el cuarto estaba iluminado por el sol, calcule que sería el inicio de la mañana y que había dejado de llover. 

Bien, veo que el angelito ha despertado.
Al escuchar esas palabras levante la vista y me topé con los ojos verdes mas fríos que he visto en mi vida. Reconocí inmediatamente al hombre de la camioneta, el rubio de asentó ruso que me secuestró.

Me alegro que me alegro que despertaras y puedas unirte a mí para el desayuno – luego de esa broma privada rió estruendosamente.
¡Tendré el placer de desayunar! Realmente estoy muerto de hambre y me estoy casando de este alojamiento mediocre. Ya que estamos, ¿Quién eres tú? – pregunté con algo de valentía que pronto se acabó al ver la mortal mirada que me dedicó.
Bueno, bueno el gatito tiene garras… – se acercó aun mas a la silla y agregó – pero pronto las cortaremos - después de eso se dedicó a pasear por la celda cavilando.
Aunque tienes razón – dijo – no sabes mi nombre, que descortesía la mía al no presentarme correctamente.
Me llamo Zacary Gordon Van D’roft III –  al decir esto me miró como esperando una reacción al nombre.
Hum, veo que los Hobbs han descuidado tu educación y no te han hablado de mí. Bien no nos preocupemos por eso ahora pronto lo solucionaremos. Mientras tanto, serás vestido apropiadamente para desayunar.
Andreas, ven prepara al nuevo –  grito al pequeño hombre que esperaba junto a la puerta.
Cuando salió yo no sabía que esperar, obviamente no que el pequeño hombre entrara seguido de cuatro matones y me desnudaran para luego colocarme bajo la regadera a la espera de que duchara. Sinceramente me sentía inmundo, no puedo negar que necesitaba un buen baño, mas aun el haber pasado la noche en la silla no había hecho mucho por mi espalda. Cabe decir que disfrute del agua caliente y del relajante baño. Use los productos de tocador que me proporcionaron, no eran los míos pero no estaban mal, tenían un aroma exótico y picante. 

En cuanto salí de la ducha fui nuevamente capturado por los cuatro matones, mientras en pequeño Andreas, el pervertido bautizado por mi desde ahora, me cubría con una especie de aceite todo el cuerpo. Luego me obligaron a vestir una especie de zunga de cuero, un montón de correas de cuero con tachas alrededor de mi pecho, piernas y cuello. Vestirme así fue la experiencia mas visara de mi vida. Claro que proteste y traté de resistirme todo el tiempo. Cierto nunca funcionó, los matones conocían su trabajo y muy bien. Al final me dejaron atado nuevamente a la silla. A la espera de…

Largo tiempo después apareció el Van (algo) III, ya me estaba quedando nuevamente entumecido y dormido. Ha! Y mi estomago no hacía más que gruñir. Pensé que no había comido nada desde el desayuno de ayer. 

Me alegro que estés apropiadamente vestido, pequeño esclavo, ahora podremos desayunar o más bien almorzar.
Dicho esto se acerco a la silla, y con una mano enganchó una correa de cuero al collar en mi cuello, desenganchó las correas que me mantenían atado a la silla, pero no me retiró las esposas de los brazos y de las piernas. De ese modo, atado debía caminar dando tropiezos detrás de ese hombre. 

Aun perdido en una nebulosa, yo no entendía que hacia allí, y claro como siempre a destiempo se me ocurrió preguntar. 

Hey! Van, me vas a explicar qué hago acá? ¿Cuál es la razón por la que deba vestir como un actor de película porno? ¿ES algún retorcido código de etiqueta que no conozco?
Nadie te dio el permiso hablar!! – me grito mientras tironeaba de mi cuerda y yo caía al piso donde me pateo en las costillas.
Veo, nuevamente que los Hobbs, han descuidado tu educación. Bueno empezaremos ahora. ¡Arriba, esclavo!
Torpemente me paré, sintiéndome como si un camión me hubiera arrollado. Pude ver mis rodillas lastimadas y sentía correr por mi rosto algo que supongo era sangre se algún raspón, dado que no logre evitar la caída con mis manos. Una vez que estuve pie tiro nuevamente de la correa y tuve que seguirlo casi corriendo para no caer nuevamente. 

Una vez en el comedor, pude ver que efectivamente estaba en algún castillo. Frente a una vista estupenda de la campiña inglesa, en un mediodía soleado. Pero no fue eso lo que me afectó, no. Lo que realmente me hizo perder el pie fue nuevamente ver a los hermanos de Russell y a él mismo sentado en la mesa, parecía una repetición de la mesa de desayuno del día de ayer. Caí nuevamente y mi captor tironeo de mi cuerda arrastrándome un poco.  

Levántate inútil, que tenemos invitados que atender – Me dijo Zacary a la vez que asentaba una bofetada en mi rosto que me volteo en rostro. Sentí que algo se rompía, no estoy seguro si fue mi nariz o mi corazón.

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Vereniz.-

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