Macabra felicidad
la que se dibuja en mi rostro
cada vez que encuentro la presa,
cada vez que inicio el juego,
cada vez que acecho en las sombras.
Señales de seducción se evaporan de mí ser,
aromas de deseo se impregnan en mi piel
como huellas de un camino a seguir.
Su imagen se vuelve brillante llama en la noche,
su cuerpo inicia un lento vals en avance hacia mí
sonrisa lobuna repercute en mi interior.
Paciencia, paciencia, mantra constante
repercute en la jaula de cristal,
tan vacía ahora, tan llena después.
Un juego, una victoria, un camino, un futuro
cuentos que se viven, experiencia que se ganan.
Ojos que en vacio miran,
piel de cordero que se exhibe tal sacrificio
presa al fin de tus garras soy.
Vereniz.-
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