Los sueños, para que puedan comenzar a realizarse deben ponerse en palabras, darse a conocer.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Amor Imprevisto - Capítulo 6

El sonido de la lluvia golpeando los cristales de la ventana fue lo primero que oí al despertarme. Intente abrir los ojos pero fue imposible. Parecían pegados con cemento y la claridad que ingresaba por la ventana ería mi retina.

La noche anterior luego de mi desafortunado encuentro con Russell corrí a refugiarme en mi alcoba, como una dama victoriana. Obviamente no podía dormir por ende estuve dando vueltas por la habitación. Parecía un león enjaulado. Realmente seria increíble que el parque y la alfombra un tuvieran un surco por donde había estado caminado. En algún momento opte por descorrer los cortinados y mirar al negro vacio de la noche desde la ventana. Aun así mis tumultuosos pensamientos no cesaron.

Realmente no puedo definir correctamente que es lo que sentía. Por un lado había ira por la forma humillante en que fui tratado, también desconcierto ya que la persona que vi durante la madrugada no se parecía en nada al jefe que había conocido durante los pasados meses. También estaba un sentimiento raro de excitación y deseo. Creo que estaba más indignado conmigo mismo por permitirme desear, que con la oferta descarada de Russell.

Lentamente trate de abrir los ojos y una vez que lo logré constaté que efectivamente llovía, que estaba gris y como más tarde descubrí este era el clima que acompañaría en su mayor medida, durante mi estancia en Londres. En forma automática mire el reloj junto a la cama y descubrí que era tarde pasadas las ocho horas y recordé que a las nueve debíamos estar en las oficinas centrales de la compañía.

En tiempo record me duche, elegí las primeras prendas semi-formales que encontré y tome el portafolio con los contratos y notebook. Cuando llegue a la puerta de la habitación tuve que reunir todo el impulso que pude para bajar. Sinceramente deseaba quedarme encerrado en el dormitorio todo el día.

Baje las escaleras en un estado de aprensión, sin saber que me encontraría el ingresar al comedor diario. Llegue a la planta baja, me dirigía a desayunar. Al ingresar encontré a Russell tan frio y ecuánime como siempre terminando su taza de café.

  • ¡Buen día! – Saludo al verme, sin mostrar ninguna reacción por lo sucedido en la madrugada.
  • ¡Buen día! – opte por no mencionar nada tampoco – siento el retraso me quedé dormido.
  • Si, es comprensible, aun no estás acostumbrado al cambio de horario. - mirando el reloj dijo- aun tenemos algunos minutos antes de partir, por favor toma asiento y sírvete algo para desayunar.

Tome mi lugar en la mesa, cogí un plato y me acerque al buffet. La mitad de lo que allí se exhibía no era de mi agrado, eran revueltos, carnes, pescados y cosas irreconocibles para mi, así que opte por un café con leche, algunas tostadas con dulce y una especie de rollo de masa con fiambre. No llegue a terminar mi desayuno. Aunque tenía apetito el nudo en mi estomago era mayo. ¿Cómo podía él actuar con tanta tranquilidad? Aun pensaba mientras terminaba mi café.


 

El viaje a la oficina fue tranquilo. Durante la casi media hora de viaje, pude apreciar parte de la ciudad. Puedo decir que es impresionante. Me comprometí a ver un poco de la ciudad en algún momento libre. Es más, si tuviera posibilidad vería de comprarme uno de esos pasajes en los ómnibus colorados que realizan la visita guiada por la ciudad, por lo menos para logra conocer un poco antes de partir. Cuando llegamos al edificio que albergaba las oficinas de la empresa yo ni siquiera sabía dónde estaba, de las vueltas que habíamos dado.

Pase todo el día en una nebulosa, entre las caras nuevas y el montón de trabajo, mi mente era un caos. Para las tres de la tarde había perdido la cuenta de la cantidad de reuniones que habíamos asistido con Russell. Algunas se llevaban a cabo en el edificio con gerentes del la empresa, otras con posibles asociados o empresa con las que haríamos negocios, algunas mas se realizaban por video conferencia a todo el globo. Acabamos de terminar una de ellas con Tokio. Realmente y estaba fundido, necesitaba comer algo, a esta altura el café no hacía mucho por mi persona.

Sabía que Russell era un fanático del trabajo, absolutamente exigente consigo y los demás, pero sinceramente parecía el conejo de Duracell. ¡No descansaba nunca!

  • Bien, por hoy terminamos con las conferencias, tomemos una hora para almorzar y continuamos luego analizando algunos detalles. – creo que lo dijo porque leyó mis pensamientos.
  • Me vendría bien comer algo – dije dando gracias a dios de que Russell recordó que era humano.

Fuimos cerca, cruzando la calle a un restaurante italiano. Pedimos pastas caseras con abundante salsa de tomate y una botella de vino tinto para acompañarlas. El lugar estaba tranquilo y tenía un aire familiar, muy italiano. Charlamos con Russell de todo un poco, yo estaba mucho más relajado, sin ver de él nuevamente la faceta de seductor. En algún momento de la charla le comete de mi deseo de conocer la ciudad. Me aconsejo tomarme un día en la semana, dijo que podría apreciar así algunos buenos matices. Dijo que el domingo sería un buen día. Estando a jueves, no era un mal plan.

  • Si deseas un guía, podemos hablar esta noche con mi hermano, el es guía turístico – me recomendó. – en realidad creo que es más un hobby que un trabajo real, pero a ya él – dijo
  • No sabía que tuvieras hermanos – dije en mi total inocencia
  • Hum!, si somos tres, es mas este viaje pretende ser una celebración de cumpleaños

Sabía yo que Russell cumplía años la semana siguiente y que se estaba organizando una gran fiesta. Así que no encontré raro el que la familia Hobbs se reuniera. Nosotros no pudimos segir charlando porque el tiempo apremiaba y la camarera nos trajo la cuenta. Russell firmo el ticket solamente, me dijo que después lo facturaban una vez al mes a la empresa.

Regresamos a la oficina y retomamos el ritmo frenético de la mañana, solo que esta vez analizamos lo acordamos durante las conferencias y ármanos los contratos correspondientes que el área legal debía aprobar.

Alrededor de las siete de la tarde cuando todo el personal ya se había retirado y solo la empresa de limpieza estaba empezando su turno, Russell, se sintió conforme con todo el trabajo realizado y dio por finalizado el día laboral. Cabe decir que yo me encontraba agotado, el viaje, la nuche sin dormir, las horas de ayuno me estaban pasando factura. Lo único que deseaba era una buena ducha y una abúndate comida.

Al salir y ver el auto con el chofer esperando que subiéramos adore la vida de hombre rico. Sentí envidia que a esa hora no debían luchar por subirse al servicio público de trenes o autobuses. Solo dejaban que el chofer lidiara con el transito y llegaban a casa tranquilos. Qué buena vida la de un millonario. Suerte que yo pudiera disfrutar de algunos beneficios.

Al entrar a la casa nos recibió Ashdown, con su habitual flema inglesa, tomo mi portafolio y mi gabardina, igual que con Russell. Consulto con este último algunas cosas yo no preste atención. Como si estuviera en mi casa me dirigí al estudio donde estaban las bebidas. Realmente necesitaba tomar algo; después me tomaría la tan ansiada ducha antes de la cena.

Sin mirar a mi alrededor camine hacia el estante de las bebidas y me serví un Gin Tonic. Mayúscula mi sorpresa fue al girarme mientras tomaba un sorbo de mi trago cuando vi a Russell extendido en el sofá de cuero. Llevaba una camisa blanca tipo pirata, un pantalón de cuero negro muy ajustado e iba descalzo. Su rostro mostraba ese brillo pícaro que había visto tantas veces, junto con unos rizos desordenados. Se veía sensual sobre el cuero del sofá. No logré entender como había podido cambiarse tan rápido.

  • Cariño, por fin llegaste a casa. Estaba pensando que no volverías más, que te asuste mucho ayer – Se levantó del sofá en un sensual movimiento felino y lentamente se acercó a mí. Yo quede clavado en mi lugar sin saber que hacer.
  • Gin, eso estas tomando, yo creía que un hombre como tu tomaría algo mas fuerte – Dijo mientras secuestraba mi baso y tomaba un generoso trago y moviendo sus manos por la apertura de mi camisa.

Estábamos a la misma altura, frente a frente, tan cerca que podía ver el iris de sus ojo claros, aunque el parecía más alto. Podía ver él que se estaba acercando a mi rostro para besar mis labios y aun así estaba clavado en mi lugar, sentía su mano recorrer mi pecho por mi camisa ya a esa atura casi totalmente desprendida. Lo sentía envolverme en su calor, yo estaba hipnotizado como una presa frente a una serpiente.

  • ¡Deja en paz a Molgan! - dijo el Russell que acababa de ingresar al Russell a mi lado.
  • ¡Yo, no hice nada!, solo le estaba dando la bienvenida a nuestro huésped – dijo inocentemente en segundo Russell.
  • Pues, yo diría que tu bienvenida era un tanto efusiva.
  • Molgan este es mi hermano Rhion Hobbs, de quien te comentaba hoy

En ese segundo entendí todo, pero mi mente exhausta no mantuvo mi cuerpo en funcionamiento, simplemente todo se torno negro.

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Vereniz.-

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