Publicado el Jueves, 08 de Septiembre del 2005, por Autoras en la Sombra
Como en todo la dificultad de escribir una novela romántica es muy alta, siempre que quieras hacer algo que merezca la pena claro está. Pero si a esto añadimos el deseo de sorprender al lector, esa misma dificultad roza niveles impensables.
El autor/a debe tener muy claro a que tipo de mujer irá dirigido el texto o la historia en sí misma, o por el contrario, correrá el riesgo de crear un mejunje literario que no habrá por donde cogerlo. Es decir, cuando el autor/a comienza es esbozar su escrito una de las primeras cosas que debe pensar es a qué nivel romántico o incluso sexual enfrentará a sus protagonistas. Así, decidirá si la relación amorosa será de aspecto platónico, una pasión explosiva o simplemente una historia de amor tierna y sensible.
Otro de los puntos a tener en cuenta es la cantidad de clasificaciones que podemos extraer del amplio mundo de literatura romántica. Como todas las lectoras sabemos, e incluso hacemos, clasificamos las historias según una especie de subgénero, estos son; contemporánea, exotérica, erotico-romántica, histórica…
Y claro está, como no, las clásicas preguntas que cualquier escritor/a debe realizarse incluso antes de concebir el relato en sí: ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Y ¿Dónde? Las respuestas a estas sencillas preguntas darán como resultado la historia a narrar completamente desarrollada. Conseguirá realizar una guía de escritura que servirá para no perder el hilo de lo narrado. Una vez claras estas directrices o núcleos a tener en cuenta, el autor se enfrenta a un nuevo reto: perfilar a sus protagonistas y demás personajes. Teniendo en cuenta todo el trabajo realizado anteriormente deberá hacerlo de forma que dichos personajes encajen de una forma u otra en la historia a contar. Deberá crear su aspecto físico, su pasado, su presente y encajar su futuro. Deberá pensar en todas aquellos pequeños detalles que cada persona nos hacen especial y única. Tratará con ello hacer unos personajes creíbles al lector, para con ello, conseguir esa atmósfera entre la realidad y la fantasía que tanto nos encanta.
Después claro está viene la gran lídia, el enorme toro negro al que hay que torear, es decir, la elaboración de la historia. Trabajo arduo donde los haya en la que el autor/a debe poner los cinco sentidos uniendo todos aquellos cabos y entrelazando nuevos para que la lectura sea amena y a la vez atrayente. No podrá sucumbir demasiado en densas descripciones sin final ni tampoco quedarse corta con ellas. Deberá estar atento a cada uno de los detalles que en la vida diaria apenas damos importancia pero que son importantísimas para crear un ambiente natural, como puede ser el movimiento del cabello al viento, un suspiro, una mirada, un ceño…
Y nada mas terminar todo este monumental trabajo, llegamos al punto de su repaso y posteriores correcciones, dicho de otro modo, la tediosa faena de repasar lo escrito incluso antes de que alguien más vuelva a hacerlo.
Mi amigo Jose Humberto, al que ya he citado en un blogqueo anterior, ya va por su segundo libro y acierta de lleno cuando afirma que un libro, sea del género que sea, es un 10% talento y un 90% trabajo duro.
Me apetecía compartir esto con todas vosotras con un fin naturalmente. Que a la hora de leer un libro tengáis en cuenta todos estos detalles y el gran trabajo que hay detrás de esas pocas hojas escritas. Que una novela o relato no es solamente un principio interesante, una escena hot sensacional y un final feliz, sino que detrás de todo esto hay una dedicación sin medida con el ánimo de trasportarnos a otro mundo a parte de la rutina diaria y hacérnosla más llevadera.
Vaya mi saludo y mi sincero agradecimiento, así como mi consideración, a esas personas que han conseguido hacerse un hueco en este mundillo literato y a aquellas que sin ser famosas dedican parte de su tiempo en darnos o hacernos llegar una pequeña parte de su amor por las letras.
Jezz Burning
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