Este templo está muy descrito por viajeros y periodistas. Con tantas guerras, tantas destrucciones y tanto tiempo y lluvia que han caído sobre las calles de enang, no sé si existirá todavía. Bajo el techo de tejas un edificio bajo y negruzco, carcomido por las lluvias tropicales, entre el espesor de las grandes hojas de los plátanos. Olor a humedad. Aroma de frangipanes. Cuando entramos al templo no vemos nada en la penumbra. Un fuerte olor a incienso y por allá algo que se mueve. Es una serpiente que se despereza. Poco a poco notamos que hay algunas otras. Luego observamos que tal vez son docenas. Más tarde comprendemos que hay centenares o miles de serpientes. Las hay pequeñas enroscadas a los candelabros, las hay oscuras, metálicas y delgadas, todas parecen adormecidas y saciadas. En efecto, por todas partes se ven finas fuentes de porcelana, algunas rebosantes de leche, otras llenas de huevos. Las serpientes no nos miran. Pasamos rozándolas por los estrechos laberintos del templo, están sobre nuestras cabezas, colgadas de la arquitectura dorada, duermen en la manpostería, se enroscan sobre los altares.....
… Tuve dificultades en mi vida privada. La dulce Josie Bliss fue reconcentrándose y apasionándose hasta enfermar de celos. De no ser por eso, tal vez yo hubiera continuado indefinidamente junto a ella. Sentía ternura hacia sus pies desnudos, hacia las blancas flores que brillaban sobre su cabellera oscura. Pero su temperamento la conducía hasta un paroxismo salvaje. Tenía celos y aversión a las cartas que me llegaban de lejos; escondía mis telegramas sin abrirlos; miraba con rencor el aire que yo respiraba.
A veces me despertó una luz, un fantasma que se movía detrás del mosquitero. Era ella, vestida de blanco, blandiendo su largo y afilado cuchillo indígena. Era ella paseando horas enteras alrededor de mi cama sin decidirse a matarme. "Cuando te mueras se acabarán mis temores", me decía. Al día siguiente celebraba misteriosos ritos en resguardo a mi fidelidad."
Fragmento de la obra: Confieso Que He Vivido Autor: Pablo Neruda
Neruda narra, con la inigualable potencia verbal que caracteriza a sus mejores escritos, no sólo los principales episodios de su vida, sino las circunstancias que rodearon la creación de sus poemas más famosos. Escritas las memorias hasta casi el momento de su muerte también abarcan en plenitud las pujantes vivencias del autor, desde las primeras experiencias infantiles con sabor agreste en los bosques de Chile, hasta la culminación del reconocimiento mundial del Premio Nobel, todo conjugado con el acto de creación poética que fue su existencia.
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