Los sueños, para que puedan comenzar a realizarse deben ponerse en palabras, darse a conocer.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Recomendado del día - Quevedo

"-No hará la mar tal cosa que lo tengo yo eso muy apurado -me respondió-, y no hay que tratar; fuera de que yo tengo pensada una invención para hundir la mar por aquella parte doce estados.

No lo osé replicar de miedo que me dijese que tenía arbitrio para tirar el cielo acá abajo. No vi en mi vida tan gran orate. Decíame que Joanelo no había hecho nada, que él trazaba agora de subir toda el agua de Tajo a Toledo de otra manera más fácil….


…Al fin, con estas cosas, el alcaide me daba de comer y cama en su casa, y el escribano, solicitado dél y cohechado con el dinero, lo hizo tan bien, que sacaron a la vieja delante de todos en un palafrén pardo a la brida, con un músico de culpas delante. Era el pregón: «¡A esta mujer, por ladrona!» Llevábale el compás en las costillas el verdugo, según lo que le habían recetado los señores de los ropones. Luego seguían todos mis compañeros, en los overos de echar agua, sin sombreros y las caras descubiertas. Sacábanlos a la vergüenza y cada uno, de puro roto, llevaba la suya de fuera. Desterráronlos por seis años. Yo salí en fiado, por virtud del escribano. Y el

relator no se descuidó, porque mudó tono, habló quedo y ronco, brincó razones y mascó cláusulas enteras."



Fragmento de: La vida del Buscón llamado don Pablos escrita entre entre 1603 y 1608 publicada en sin autorización del autor en 1626. La que sería su obra cumbre. Se trata de una novela picaresca dentro de las características del género; pero su originalidad reside en la visión vitriólica que ofrece sobre su sociedad, en una actitud tan crítica que no puede entenderse como realista sino como una reflexión amarga sobre el mundo y como un desafío estilístico sobre las posibilidades del género y del idioma.

Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 14 de septiembre de 1580 — Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645) fue un noble, político y escritor español del Siglo de Oro, uno de los más destacados de la historia de la literatura española. Ostentó los títulos de señor de La Torre de Juan Abad y caballero de la Orden de Santiago.
Físicamente sufría una leve cojera por deformación de los pies y su exagerada miopía lo obligaba a llevar anteojos.
Su obra es abundante y contradictoria. Hombre amargado, severo, culto, cortesano, escribió las páginas burlescas y satíricas más brillantes y populares de la literatura española, pero también una obra lírica de gran intensidad y unos textos morales y políticos de gran profundidad intelectual. Esta fusión o doble visión del mundo es lo que le hace el gran representante del barroco español.
En Quevedo subyacen dos extremos, el moralista estoico y preocupado por la decadencia nacional y el satírico burlón vitalista que incluso recurre a la procacidad, al lenguaje jergal y grotesco. La coexistencia de estos dos extremos reafirma no sólo su riqueza literaria sino la de un periodo, el del barroco, que redescubre la posibilidad de los múltiples puntos de vista.

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