Los sueños, para que puedan comenzar a realizarse deben ponerse en palabras, darse a conocer.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Amor Imprevisto - Capítulo 4


 

P

rácticamente habían pasado casi dos meses desde que me habían destinado a este nuevo puesto. Aquí estaba, nuevamente caminado hacia el trabajo por la acera del sol, tratando de captar algunos tenues rayos en la piel del rostro. El invierno había comenzado de un modo abrupto, con fríos intensos y cielos grises. Mas propios para quedarse en casa que para caminar hacia el trabajo. Mas propios paras pasarse alado de una chimenea con un bien vino y un bien libro que para levantarse a las 7 de la mañana y ver que todavía seguía la noche serrada.

Claro que aun no eran las nueve y el sol aun estaba luchando por despertar de su letargo igual que yo. Como todas las mañanas después de abandonar el auto en el estacionamiento cercano caminaba hacia el ahora denominado edificio Hobbs Building sede de SoftHobbs Inc . Como de costumbre cavilaba sobre mi vida o mi falta de ella. Mas sobre la monotonía que sobre cualquier otra cosa.

Realmente de su puesto como asistente no podía quejarse. Era mucho más entretenido que el de administrativo. Claro que no era una secretaria como había creído en un principio. Hobbs, mi jefe, tenía su propia secretaria. Una muñeca, alta, curvilínea de pelo platinado, que pasaba todo el día arreglándose las uñas mientas intentaba atender los teléfonos y organizar la agenda electrónica que compartíamos los tres.

No, mi trabajo definitivamente no era el de una secretaria, no me tocaba retirar los trajes de la tintorería. Claro seguro era porque Russell no usaba trajes. Su trabajo en era mucho más exigente y para nada monótono. Requería más que nada estar en sintonía de todo lo que pasaba dentro de la empresa. Desde el pequeño movimiento de personal, de componentes, hasta, estar al tanto de posibles negocios y fusiones que se pudieran llevar a cabo. Solo al tanto gracias a dios, no tenia de manejarlos o hubiera sido un desastre.

Parte de mi trabajo, también era asistir a reuniones con el Russell Hobbs. El asistir a reuniones no importaba, no tenia que servir el café como había supuesto, eso era tarea de Andrea, la asistente de eventos. No, solo debía estar allí, y tomar nota de todo lo que se hablara, para poder después elaborar un informe en el que Hobbs basaría decisiones y pondría en algún legajo importante. Ese tan feliz menester es el que me tocaba realizar esta mañana. Solo llegaba con tiempo para dejar sus cosas en el escritorio y salir hacia el piso 15 a la sala de reuniones. O eso creía hasta que miré mi reloj y la alarma de la agenda electrónica comenzó a sonar estrepitosamente. Eso significaba que el ascensor haría un viaje directo al piso 15. Nada de charlas en el camino con mis compañeros, nada de distracciones, ni taza de café, debía poder llegar a tiempo. Había prendido desde el primer día que Hobbs no tolera retrasos, una experiencia que no quería volver a repetir.

  • ¡Buen día! – Salude a todos al ingresar a la sala. Cuando logre bajar del ascensor y llegar con tres minutos de antelación. ¡Genial! Bueno, saludé a todos es un decir. Estaba Andrea, Hobbs, Sandra Quill, pero aun faltaba mucha gente.
  • ¡Buen día! – respondieron todos por turno

Como de costumbre tome asiento a la derecha de mi jefe y sonreí a la encargada de catering para tratar de ganarme un café, con algún bollo para desayunar, antes que llegaran todos los asistentes a la reunión.

Mientras Andrea con una sonrisa coqueta me llenaba la taza con mitad café y mitad leche, capte el silencio opresivo de la sala.

  • Frio, no? - Solo para romper el hielo dije.
  • Si, y a mi edad el frio se siente más – Dijo Sandra
  • No mientas, Sandra, Yo estuve tan congelado todo el fin de semana que lo único que hice fue disfrutar de mi casa. Claro que no juntamos con algunos amigos en la noche del sábado pero no fuimos más allá del Pub de costumbre a tomar unos tragos. Usted Sr Hobbs, disfruto del fin de semana?
  • Molgan – había optado por llamarme así, un apodo con el diminutivo del apellido. Algo extraño pero él era el jefe al fin – Sabes que no debes llamarme por mi apellido, me recuerda a mi padre y por dios que no soy El! Solo dime Russell, esta!
  • Si, Russell, lo sé - dije con todos los colores subiendo por mi rostro. – es que aun no me acostumbro
  • Si, seguiremos trabajando en ello hasta que te salga natural – me dijo un poco más calmo- para responder a tu pregunta el fin de semana fue relajante, gracias. – claro esta que después de eso me dedique a tomar mi café.

La verdad era que el llamarlo Russell me hacía sentir como el instante cuando lo vi por primera vez, junto al ascensor. Era algo muy íntimo, e inquietante, hacia que mi cuerpo se excitara y era como susurrar al oído de alguien. Me sentía que no estaba hablando con mi jefe, pero tampoco mi amigo sino algo más, algo que aun no podía definir, aun.

Russell seguía igual que aquella primera vez, vestía de ese modo sencillo e irreverente de quien no necesita aparentar para demostrar quién es. Hoy vestía con uno de esos jeans azules oscuro tiro bajo que te dejaban pensando si llevaba ropa interior, calzaba unas cómodas zapatillas de lona, como las que usan los adolecentes y como concesión al invierno un sweater de hilo color crema común escote en V que dejaba asomar el fino bello de su pecho. Su cabello tan negro, como de costumbre estaba largo pero disciplinado en una floja cola de caballo. Sus ojos verdes como el mar, no brillaban con el pícaro fulgor de la primera vez, si con el fastidio que le acarreaba la espera.

Como esa primera vez no podía apartar mi mirada de él, y eso que no me gustaba los hombres, no en ese sentido. Tampoco a mi jefe, claro está, podía dar fe de que no era homosexual, la lista de compañeras de cama cambiaba todos los días. Dado que los tres, junto con Nina la secretaria, compartíamos la misma agenda y ella era la encargada de organizar las citas, sabía que todas las noches salía con una mujer distinta, una modelo bella y sexi, la hija de algún magnate, una viuda sexi o simplemente una bella mujer. En ocasiones creo que me daba envidia, verlo rodeado de tantas mujeres, siendo que mi vida sexual era tan escasa que en ocasiones pensaba que nunca iba a conseguí tener sexo nuevamente. Ya llevaba seis meses desde que mi ex me dejó por otro. Mucho, mucho tiempo .. Mucho tiempo, tal vez eso sea lo que me estaba afectando de ese modo. Esta semana me conseguiría una cita, si o si.

  • ¡Bien muchachos, era hora que llegaran pasan diez de las nueve. Espero que recuerden que es necesaria la puntualidad. Mi tiempo y el de ustedes vale!

Levantando la vista veo que todos los ejecutivos de la empresa están ingresando por la puerta de la sala. Andres Field de administración y finanzas, con sus facciones de piedra, Gabriel Roiseten de marketing y publicidad, con su croissant en la mano, yo sabía que comía cuando estaba nervioso, Analis Persit de producción, embalajes y distribución con su corta falda, Miranda torres de Diseño y merchandesing muy latina llena de colores como un arcoíris y Marino Sulow de Operaciones y logistica. También ingresaron Richmond, Kenknit y Hanno, de proyectos. Estos últimos traídos por Russell. Según supe después eran los encargados de arriar a la masa hasta la sala de rumiones dado que no se habían presentado a tiempo. Eso que la reunión había sido fijada después de la anterior en mas pasado.

  • Estando todos aquí demos inicio a la junta de hoy para analizar la marcha de la empresa en el último pasado mes. Pero antes de que empiecen con sus explosiones quiero informarles que duarte este miércoles y hasta el miércoles de la semana entrante la empresa iniciara una serie de capacitaciones, para que todos conozcan la filosofía de SotfHobbs. Iniciando por ustedes en vista de lo sucedido hasta ahora. - Se pudo sentir un espeso silencio en la sala
  • Sandra, tú como encargada de RRHH de la empresa, deberás informar a los empleados y organizar quien concurrirá en los distintos horarios. – Molgan por favor envíale el archivo con el cronograma.
  • Si, en cuanto salgamos lo envío.
  • Bien, por otro lado, el Sr Molgan y yo estaremos ausentes durante esa semana ya que realizaremos un viaje a la central de Londres donde me requieren. A cargo estará en Sr Hanno.

    Me quede, paralizado. Viaje a Londres, yo, que nuca había salido de mi país. No podía abarcar con mi mente la enormidad del hecho. Pero sobre todo lo único que pensaba era una semana con Russell los dos solos y de viaje. Era lo único que podía pensar. Suerte que estaba grabando la junta sino el informe iba a ser una hoja en blanco.

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    Vereniz.-

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