
Francesca Del Ponce es una sanadora, una mujer que irradia bondad de un modo tan intenso como luz da el sol. Aunque Gabriel sabe que será como seda caliente en sus brazos, aunque sabe que su sabor será adictivo, teme por su vida y por su propia alma y la hace suya.
Entonces, con un desgarrador juramento, ella se entrega: «Me ofrezco a ti, libremente, sin reserva. Ofrezco mi vida por la tuya, tal es mi derecho». Y en medio de un torbellino de sentimientos largamente olvidados, Gabriel atisba la salvación.
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