El que primero nos muestra la novela romántica ha sido sin duda Samuel Richardson con “Pamela” en donde trata del noviazgo y el amor romántico, el mantener la virtud y el premio de la castidad, se considera sin duda la primera novela del género. Ya años después sería Jane Austen, hoy en día criticada por aquellos que consideran que también influye la mentalidad de la mujer en el sentido de que el fin de su vida debe ser, el matrimonio y la familia, una visión de la vida que no es congruente con las realizaciones y modo de pensar de la mujer contemporánea, pero que, sigue gustando porque el romance es un aspecto de la personalidad que no ha desaparecido en ninguna generación.

Muchas autoras victorianas se dedicaron a la novela romántica, con romances que perviven hasta hoy y que han sido leídos por generaciones. Para considerar que una novela romántica llena su cometido debe, tener un romance entre dos personas, desarrollar los sentimientos, mostrarnos sus confusiones, enfrentarlos a problemas y obstáculos, y llevarlos a la solución de los mismos, siempre con un final feliz. El sexo es para los puristas de la novela romántica un aspecto que no se contempla, es parte de la relación pero siendo una novela romántica no se menciona, y al final se convierte en un relato optimista, de que el amor todo lo supera.
¿Acaso no somos todos románticos? he ahí por qué sigue siendo un género tan popular y porque pese tanto género literario venda tanto la novela romántica con los clásicos como Jane Eyre o las historias actuales del gigante editorial del romance Harlequin, porque sencillamente por modernas que sean nuestras vidas y sociedades, una parte del ser humano anhela ser amado y amar, y ese romance que quizá algunos no alcanzaron en la realidad, vive en esas historias como diciéndonos que siempre hay posibilidad de que un día, encontrando al señor perfecto…“-Si alguna vez hice, Eduardo, algo bueno en mi vida, si alguna vez tuve un buen pensamiento, si pronuncié una oración sincera y pura, si he tenido un deseo justo, ahora recibo la recompensa. Convertirme en tu esposa es para mí toda la felicidad a que puedo aspirar sobre la tierra. (Jane Eyre de Charlotte Brönte)
Nota extraida de 1001libros.com
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