Ariane de Valmont valoraba su independencia por encima de todo y, para asegurarla, había hecho un trato tentador con un atractivo norteamericano. Pero temía que en aquel juego de corazones, aquel atractivo salvaje, como la sociedad parisina lo había bautizado, tuviera todos los triunfos en la mano.
El hijo del escándalo, Chris Blanchard, causó sensación en la alta sociedad. Su propósito era ajustar viejas cuentas y regresar enseguida a su país, pero lo cautivaron los ojos de Ariane de Valmont, que hablaban de amor eterno…
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