Lo único que quería Celia era cumplir la última voluntad de su padre moribundo y casarse antes de que llegara su final. Eso la había llevado a tener que fingir día y noche que estaba locamente enamorada de su irresistible marido. Y, aunque se había estipulado una cláusula en un contrato por la que no podría haber sexo, ese acuerdo resultaba imposible de mantener...
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